Hace meses que no entraba por aquí, ni escribía mi nombre de usuario y contraseña y cliqueaba sobre la pestaña de "Nueva entrada"
Hace meses que no sé que contar, pues todo ha sido demasiado raro, como una montaña rusa de alegrías y decepciones, de momentos para compartir e impresiones para guardarse uno mismo.
Y mientras tecleo esta introducción, sigo sin saber que es lo que me ha llevado a encender mi portatil a las 1:44 de la noche y escribir esta entrada.
Quizás sea la necesidad de dejar testimonio escrito de las cosas que pululan por mi cabeza o más probablemente sea una válvula de escape, un "no sé que" que me convenzca de que mi vida no es tan monótona como creo y que en algún lugar del ciberespacio hay alguien al que le interesa lo que cuento, ya sea conocido o desconocido.
Los exámenes ya están aquí, de momento no puedo quejarme, pero tampoco puedo confiarme.
Apenas me queda tiempo para nada, y casi lo prefiero, este estrés mental evita que piense en cosas que no debo.
El verano se acerca y con él, tal vez un cambio de aires, salir de Vitoria rumbo a una ciudad desconocida y que me deja un cierto regustillo agridulce, pero a pesar de todo, sigo queriendo ir.
Hay pocas cosas que tengo claras en la vida, pero una de ellas es el no querer quedarme para siempre en un mismo lugar.A veces pienso que lejos de aquí, el cielo es más azul, que es más facil soñar y dejarse llevar.

Veo como a mi alrededor todo el mundo va encontrando su sitio y encauzando sus vidas.
De vez en cuando envidio a aquellos que tienen su vida amueblada y hablan del futuro con seguridad e ilusión, que hacen planes, que no tienen dudas, que parece que todo les sonrie.
Hay momentos en la vida en los que hacer la maleta e irte lejos es la única forma de encontrarte a tí misma.
Y después de este momento de desahogo emocional, vuelvo a sentirme bien, como si me hubiera quitado un gran peso de encima.