Hay veces que desconocer algo nos produce temor, miedo a no saber lo que otros piensan porque la distancia no deja de ser un obstaculo dificilmente salvable aunque en en fondo nos obligemos a creer que si, porque durante una fracción de segundo todo parece perfecto y nos da igual lo que pueda venir después.
Pero las dudas nos arañan con sus dedos frios, nos hacen temblar y nos hacen llorar, nos hacen creer que todo ha acabado.
Hasta que se van, sin dejar rastro, como si nunca hubiesen existido, ni recorrido cada rincón de nuestra mente revolviendolo todo a su paso. Y volvemos a creer que todo es perfecto, que no existe nada de que preocuparse, hasta que deciden sin previo aviso, volver a visitarnos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario